viernes, 20 de noviembre de 2015


Rima LXVII
(Gustavo Adolfo Bécquer)


¡Qué hermoso es ver el día

coronado de fuego levantarse

y a su beso de lumbre
brillar las olas y encenderse el aire!

¡Qué hermoso es, tras la lluvia
el perfume aspirar hasta saciarse!

del triste otoño en la azulada tarde,
de las húmedas flores
de las inquietas llamas
¡Qué hermoso es cuando en copos la blanca nieve silenciosa cae,
dormir bien... y roncar como un sochantre...
ver las rojizas lenguas agitarse! ¡Qué hermoso es cuando hay sueño
Gustavo Adolfo Bécquer
Y comer... y engordar... y qué desgracia que esto sólo no baste! 

Me encanta leer   poemas de Gustavo Adolfo Bécquer,  porque existe una maravilla dentro de cada una de las palabras que escribió

FRASE
(José Emilio Pacheco)
Desde que leí el libro Las batallas en el desierto de José Emilio Pacheco, no he podido olvidar  esta frase, es una de esas experincias que siempre estaran presentes en mi mente.

Siempre es interesante conocer más acerca de la vida de los autores, porque quizá desde ese enfoque te forjes una idea de lo que quiere dar a entender en cada una de sus obras. Una de las biografías que más ha cautivado mi atención es la de Franz Kafka, pues me parece realmente de gran ayuda leer primero acerca de su vida, para posteriormente leer y entender algo más de cada una de sus palabras.
Es algo que he aprendido en estos últimos días.

Es impresionante lo que fue la vida de Horacio Quiroga, pues estuvo marcada por la muerte primero de su padre, después la de su padrastro, la de su amigo (a quien sin la menor intención  mató) y finalmente la de su esposa. Pero, lo más terrible tambien es que haya tomado cianuro para terminar con su vida al enterarse de que padecía de cánder en el estómago.
A pesar de todo lo que hubo en su vida el escribió cosas maravillosas como el siguiente decálogo:
I
Cree en un maestro —Poe, Maupassant, Kipling, Chejov— como en Dios mismo.
II
Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo.
III
Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia.
IV
Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.
V
No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.
VI
Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: "Desde el río soplaba el viento frío", no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes.
VII
No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.
VIII
Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.
IX
No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino.
X
No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento.
Esta semana en la clase de Lírica leímos y análisamos un soneto de Sor Juana Inés de la Cruz, en lo particular es un soneto bellísimo, me encantó y  es el siguiente:

Detente, sombra de mi bien esquivo,
imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo.

Si al imán de tus gracias, atractivo,
sirve mi pecho de obediente acero,
¿para qué me enamoras lisonjero
si has de burlarme luego fugitivo?

Mas blasonar no puedes, satisfecho,
de que triunfa de mí tu tiranía:
que aunque dejas burlado el lazo estrecho

que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía. 



No existe una definición precisa de lo que es el amor, es algo muy subjetivo, donde influyen diversos factores que varía según cada persona porque todos tenemos distintos enfoques, pues mientras para uno es lo más sublime para otros es algo tan natural.

Pero la idea que si se puede compartir es que el amor es una mezcla de emociones, y este soneto de Lope de vega es una prueba de ello:

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste,
humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño:
esto es amor, quien lo probó lo sabe.
Lope de Vega
 imagen tomada de: https://mascapaginaslij.files.wordpress.com/2012/11/lopedevega.jpg?w=270&h=336

viernes, 6 de noviembre de 2015

"En un mundo de mentiras decir la verdad es un acto revolucionario"
Hoy, justamente hoy recordé la celebre frase de Ricardo Flores Magón, un precursor de la Revolución Mexicana, que se mantuvo fiel y firme a sus  ideas hasta la muerte.
Fue y sigue siendo una persona digna de admirar y de conocer más acerca de su vida.


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